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Las pibas los preferimos deconstruidos y callados

  • Foto del escritor: Rebel
    Rebel
  • 12 mar 2018
  • 3 Min. de lectura


Es irónico que los mayores maltratos que recibí en los últimos años del fueron de varones abiertamente “feministas”.


No me cabe duda que existen muchos pibes que están repensando sus masculinidades, sus formas de ser varones en una sociedad que asignó géneros patriarcalmente. Pero de ahí a “ser feminista” hay un trecho enorme. En primer lugar supone incluirse en una lucha que no es propia. Segundo, tratar de hacer carne una subjetividad de género que también carecen. Una cosa es acompañar la lucha de las pibas. Otra, es sentirse con su misma subjetividad y poder hablar en su lugar, en tanto padecimientos culturales, miedos, acosos, violaciones, violencias varias (simbólicas y físicas).


El universo femenino es muy extenso. Si ya es complejo para nosotras que hacemos un esfuerzo enorme e intentamos ponernos en la mirada de la(s) otra(s), corrernos de nuestros lugares y capturar eso que se nos escapa a la subjetividad y a la conciencia de clase. Sin embargo, eso no es un obstáculo para alzar nuestras luchas colectivamente, hermandarnos, unirnos y ser sororas.


Cuando un hombre quiere interferir en esta comunión, confieso que me incomoda. Me aparece mentalmente el meme de Bart Simpson niño golpeando la olla al grito de “¡MIRENME! ¡MIRENME! ¡MIRENME!”. No flaco, no se trata de vos, ni de tu falocentrismo. Correte. Ya estuvimos expuestas a eso dos mil y pico de años. No trates de disfrazar tu patriarcado con feminismo. Sabemos que sos el opresor.


El pibe que acompaña a la lucha es más humilde. Va de frente y te dice que fue criado con dispositivos patriarcales, pero que lo está intentando… Y que es probable que se equivoque. También acepta tu ayuda en el proceso. E insisto, te acompaña. O nos acompañamos, porque todo se hace de a dos. O de a más de uno. La idea es sumar, no restar.


La deconstrucción no pasa sólo por varones. Una misma también se deconstruye. El patriarcado está en todas partes. Ese macho lo tenemos todes. Sólo que a nosotras nos oprime y a ellos les de el beneficio de ser opresores.


Sin embargo, ser opresores tampoco es tarea grata. Siempre miré las publicidades de Axe o de Quilmes prestándoles atención al estereotipo de hombre que proponían: exitoso, ganador, platudo, rodeado de mujeres hermosas y obviamente con una verga enorme -que competía con la de sus amigos, tan patriarcales como él-. Desde adolescente, esa figura masculina me causó extrañamiento y rechazo. Nunca la sentí propia, nunca elegí un hombre bajo esos parámetros, siempre me escapé de eso. Y aún así, el patriarcado me agarraba de los pelos y me zarandeaba, porque está en todas partes. Te esfuerces y te esfuerces en deconstruirte, seguís sacando capas de él como capas de una cebolla.


Me había sentado a escribir con la premisa de contar una historia horrible que viví con un pibe feminista. Quería verbalizar su maltrato, su humillación. Sin embargo las palabras fueron por otros caminos. Cerré la conversación diciéndole que era un violento de género. Pude decírselo abiertamente, no callármelo, no tragármelo y que la ira me carcoma para siempre.


Le expresé mi malestar, le dije que en lugar de llamarse feminista debía revisar su masculinidad. Estoy muy satisfecha de cómo actué. Si bien fui víctima de su maltrato, pude usar la palabra para defenderme y mi fortaleza para ponerle fin a esa situación patológica, en la que él minimizaba mi malestar, negaba mis planteos, me llamaba “psicópata” por decirle que me maltrataba, me negaba la palabra o se burlaba de mis sentimientos subestimándolos, haciéndome notar que yo no era importante para él ni para nadie. Incluso llegó a deslegitimar mis situaciones de abuso diciéndome que sus ex habían sido violadas y que “él lo vivió a través de ellas”. Eso hacía menos válidas mis experiencias. Es decir, no sólo anulaba lo mío, sino que tomaba las experiencias de sus ex parejas y se las reapropiaba a su antojo.


Sí, cada vez que lo cuento, cada vez me sorprendo más.

Lo vi tres veces. Las tres fueron horribles.

Lo que más bronca me da, es que milita fuerte el feminismo.


Texto por @_falopa_

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