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Recapitulación

  • Foto del escritor: Rebel
    Rebel
  • 18 abr 2018
  • 2 Min. de lectura

Ilustración por @no_tan_frito

Es preciso decir que no me ha sido vedada la percepción de la belleza. Por tal motivo, pienso en las cosas que constituyen ese universo infinito que nuestros ojos inventan:


Pienso, desde mi humilde lugar, en la pureza de la lluvia, en sus gotas mansas que matan el día durmiendo sobre las hojas. Pienso en un verdadero milagro: ver las flores primaverales, los capullos que beben el suave sol de septiembre, el pasto recién cortado del jardín más majestuoso que esta pobre mirada ha divisado. Pastos coloridos y pastos opacos, verdaderas madejas de hermosura. Pienso quizás en el gris tranquilizador de algunas nubes, en el celeste de posibilidades que me regala esta tarde, tan lejos de la tormenta, tan cerca de la piel. Bien arriba el sol, más que nunca en su trono, dios del resplandor naranja, amo de los crepúsculos. Pienso en mi sangre estallando al amanecer, en mi sangre que se calma cuando la noche avanza en puntas de pie. He dicho que es primavera. Temporada de insectos que me visitan, de criaturas de colores que invaden la imaginación. Dibujo mariposas, las dibujo en detalle y las dejo ir por una rendija, las observo aleteando colores, llenando el espacio de milagros. Pienso en los ciegos, en los desposeídos, en aquellos perseguidos que luchan contra la imposibilidad. Pienso en aquella laguna que se ve a lo lejos, en su agua instalada en sí misma que parece detener el tiempo. Aclaro que apenas la veo, apenas percibo ese horizonte lejano. Las estrellas sí están cerca. Han venido a mí por conmiseración, pero su esplendor me hace llorar de gozo cada madrugada. Pienso en la fragancia primaveral, en ese manto que envuelve todo sitio: mezcla de flores y mujer, de campo abierto y patio de macetas, de abanico de olores nuevísimos y restos de olores otoñales.


Pienso y sigo pensando en un posible dios, en una mente que haya sido capaz de darme esta percepción y de dotar a la naturaleza con tanta sabiduría y riqueza. Sigo sin convencerme. Mientras tanto, mis manos continúan presionando los barrotes. Mientras tanto, escucho los pasos y la risa del verdugo, que mañana por la tarde me

hará uno con el polvo.


Texto por Gerónimo Trolio.

Ilustración por Lucio Menegozzo (@no_tan_frito)


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